Por: Félix Miranda Quesada
Licenciado en Docencia
Máster en Gestión Educativa
Estoy seguro que ningún profesional en otra ciencia o disciplina se sentirá ofendido por el título de mi «post». ¿Y, por qué no? Simple: Todos tenemos aunque sea un pariente lejano que es docente, muchos profesionales de otras áreas, somos docentes; pero si lo anterior no se cumpliera en algunos de los profesionales que lean el título de esta «entrada», hay algo que no podrán negar: todos pasaron por el aula de un docente y todos aprendimos de ellos, lo cual, talvez, nunca ocurrirá a la inversa con algunos de los que somos profesionales en otras áreas.
Pero lo importante de mi entrada no está en afirmar algo que no admite discusión, sino más bien en la siguiente aseveración: «El trabajo de los docentes ha sido denigrado, no ahora, sino desde mucho ha, pero en los últimos tiempos el desprecio por, no solo los docentes, sino, peor aún, por la labor docente, se ha acentuado, al extremo de estar siendo pisoteados de manera flagrante.
Y, es entendible ese atropello, cuando este viene de los poderosos, de los políticos, de los gobernantes, que desean tener bajo su control un pueblo desconocedor de sus derechos y que no hayan sido ejercitados en el Pensamiento Crítico y el Pensamiento Analítico, lo cual, en un país de derechos y de democracia inicia con la Educación Formal Básica (Primaria y Secundaria) y, consecuentemente se extiende hasta la educación superior; pero, esto no conviene a los intereses de ciertos sectores y élites políticas y gobernantes, que buscan acaparar todo para sí, despojando de lo básico a las clases más necesitadas y, de ser posible, desaparecerlas. Dije que es entendible en esas personas que, a veces, rayan en lo nefasto. Pero, jamás puede entenderse tal desprecio de personas humildes, del pueblo, que lidian con los problemas cotidianos de la vida igual que lo hacen los docentes que han salido de sus entrañas.
¿Y, cómo lograr las élites, denigrar y pisotear a los docentes y su valiosa labor y el fruto de ella? Socavando los más sólidos cimientos y valores de los educadores como son, su salud, su economía, su estado emocional, pero sobre todo, denigrando su valiosa labor, que ha traído a la humanidad el más valioso «activo», «el conocimiento» y la alimentación de la mente, mediante la trasmisión de valores y, más significativo aún, con el cuidado que tienen cada año, durante muchas horas diarias, de nuestros niños y nuestros jóvenes.
¿Llegará algún día el reconocimiento de las clases poderosas para este gremio, al cual hemos visto traicionado, incluso, por algunos educadores cuando se sienten estar en la gloria del poder político?